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La importancia de la calidad del aire interior

¿Sabías que el aire interior está de media entre 2 y 5 veces más contaminado que el aire exterior? ¿Y que pasamos más del 90% de nuestro tiempo en interiores, bien en el trabajo o en nuestros hogares?

Claramente, nuestra mayor exposición a los contaminantes ambientales no tiene lugar en la calle, sino en los espacios interiores. La EPA (Environmental Protection Agency) estima que las personas sufren el 72% de la exposición a químicos cuando están en casa o en la oficina.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que en las ciudades se pasa del 80 al 90% de la jornada en espacios cerrados (oficinas, escuelas, hospitales, comercios, domicilio, espacios de ocio, etc.) y por ello ha identificado el ambiente interior en edificios como uno de los principales riesgos para la salud.

OMS describe como Síndrome del Edificio Enfermo, como un conjunto de síntomas y afecciones de salud, que refieren los trabajadores usuarios habituales de los denominados edificios inteligentes, caracterizados por una mayor hermeticidad, mayor tecnificación y un uso más generalizado de materiales de construcción sintéticos.

Desde hace pocos años, en la bibliografía científica se ha introducido el término de «síndrome de la casa enferma» para referirse a las problemáticas de salud ambiental con relación al ambiente doméstico

Esta exposición genera gran número de afectados con diversas patologías (asmáticos, alérgicos, enfermedades cancerígenas y cardiovasculares), y ha contribuido a la sensibilización de la sociedad por estos temas.


La calidad del aire interior no es incompatible con la eficiencia energética en los inmuebles, sino que deben ir de la mano. Cuantitativamente, el ahorro derivado de un mejor aprovechamiento energético es muy importante; sin embargo, los ahorros a nuestro Sistema Nacional de Salud y al sistema productivo (Seguridad Social y empresas) inducidos por que respiremos un aire de mejor calidad en el trabajo y en casa son muy superiores.

El objetivo desde la calidad del aire interior no es el de procurar unas condiciones de vida estériles en los espacios interiores, libres de gérmenes (salvo en quirófanos de hospitales o salas limpias de laboratorios), sino que se trata de evitar que esporas, venenos u otros metabolitos originados en fuentes interiores de las viviendas y entornos de trabajo afecten a la propia salud de sus ocupantes.

Se consigue aportando suficiente aire fresco y ausente de fuentes de gérmenes y agentes microbiológicos, evitando la acumulación de agua y suciedad estancada en materiales y sistemas de climatización, y garantizando una humedad relativa del aire interior de entre el 30 y el 70%, y un adecuado mantenimiento y limpieza de todo el sistema de ventilación y climatización.


El control de la calidad del aire interior y de las instalaciones implicadas, es fundamental para conseguir unos parámetros de confort en el interior de los edificios. El Real Decreto 238/2013, de 5 de abril (modificaciones al Reglamento de Instalaciones Térmicas de Edificios), establece un control anual tanto el análisis de la calidad del aire interior como de la higiene de los sistemas de climatización. Aunque estas tareas de mantenimiento son aplicables a edificios cuya potencia térmica instalada supere los 70 kW, son recomendables en cualquier espacio público.


Por su naturaleza, hay 3 factores que incluyen en la calidad del aire:

- Biológico: bacterias, virus, hongos, mohos…

- Químico: CO, CO2, Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs), olores, humos

- Físico: Temperatura, humedad relativa, ruido, polvo


En Eco3Pro llevamos a cabo Auditorías y estudios de Consultoría[1] de la Calidad del Aire interior. Además, estamos especializados en el tratamiento del aire interior a través del Ozono.

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